Industria 5.0, el nuevo paradigma

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Cristina De Luca -

enero 30, 2023

Ni siquiera la Industria 4.0 está empezando a asentarse en Europa, y los países del continente ya debaten el siguiente paso: hacer que la investigación y la innovación impulsen la transición hacia una economía sostenible, resiliente y centrada en el ser humano.

Según la Comisión Europea, la Industria 4.0 tal y como está concebida actualmente “no se adapta a un contexto de crisis climática y emergencia planetaria, ni aborda las profundas tensiones sociales”. Por ello, ha surgido el concepto de Industria 5.0, que reconoce el poder de la industria para alcanzar objetivos sociales más allá del empleo y el crecimiento, para convertirse en un vector de prosperidad, haciendo que la producción respete los límites de nuestro planeta y poniendo el bienestar del trabajador en el centro del proceso productivo. El nuevo paradigma deja de centrarse únicamente en el valor para el accionista y pasa a considerar también el valor para las partes interesadas.

Un informe de diciembre de 2020 del instituto de investigación estadounidense AllTheResearch muestra que la Industria 5.0 generará 298.200 millones de dólares en 2027. En opinión de David Montoya, director global de desarrollo de negocio de IoT en Paessler, es un camino sin vuelta atrás. “La Industria 5.0 corrige las distorsiones de la Industria 4.0 y trabaja hacia un mundo totalmente alineado con los valores ESG”, explica.

Uno de los principales objetivos de la Industria 5.0 es devolver a los trabajadores humanos a las fábricas, generando sinergias mediante la combinación de la inteligencia y la creatividad humanas con la automatización de máquinas semi y/o totalmente autónomas y las tecnologías de IA.

La integración del conocimiento humano para mejorar, personalizar, ajustar y comandar algoritmos de IA requiere un diálogo en el que humanos y máquinas se ayuden mutuamente en diversas tareas. Se cree que este diálogo añadirá valor a la experiencia y el conocimiento humanos, reforzando el papel humano en la Industria 5.0.

Por ejemplo, el análisis exploratorio interactivo de datos es una de las tareas más generales en las que estos canales pueden generar sinergias. El canal de interacción puede adaptarse al contexto humano y a las tareas aplicando filtros automáticos de datos, visualizaciones personalizadas y propuestas de datos, permitiendo a los humanos expresar consultas en lenguaje natural. El flujo de trabajo privilegia el aprendizaje interactivo y activo, en el que un algoritmo de IA genera resultados iterativos cada vez más resultados iterativos cada vez más enriquecidos por las decisiones y los conocimientos humanos.

El sistema encuentra automáticamente los resultados y pide a los humanos su opinión y validación, mejorando automáticamente los resultados futuros. Además, los humanos pueden preguntar a los algoritmos por los motivos de sus decisiones para entenderlas y validarlas. En cuanto al análisis prescriptivo, además de integrar al ser humano en el flujo, estos canales le permitirán solicitar modelos de prescripción adecuados a otros escenarios para promover decisiones basadas en datos de calidad e identificar situaciones potencialmente peligrosas o relevantes que mermen la productividad.

El requisito previo es que la tecnología esté al servicio de las personas, y no al revés. Así, se están diseñando robots colaborativos (cobts) para interactuar con los humanos. Se están construyendo gemelos digitales para permitir complejas simulaciones hipotéticas. Se están utilizando tecnologías basadas en la IA, así como herramientas de realidad virtual y aumentada, para guiar al trabajador en la realización de tareas más especializadas. Exoesqueletos, utilizados para que ciertas tareas sean menos exigentes físicamente.

De hecho, la Inteligencia Artificial (IA), Internet de todas las Cosas (IoE), 6G, Blockchain , Digital Twin (DT), Big Data & Analytics, computación en la nube (CC) y robots colaborativos (cobots) serán tecnologías impulsoras de la Industria 5.0. Pero en el fondo, el concepto se basa menos en la tecnología y más en el valor. Se trata, por tanto, de un concepto abierto y evolutivo, que sienta las bases para el desarrollo de una visión colaborativa y co-creativa de la industria europea del futuro. Se basa en la idea de que la transformación tecnológica puede diseñarse en función de las necesidades de la sociedad, y no al revés. Esto tiene varias implicaciones, relacionadas con un entorno de trabajo seguro y beneficioso, el respeto de los derechos humanos y los requisitos de cualificación de los trabajadores. Esto implica que el empresario está interesado en invertir en las cualificaciones, capacidades y bienestar de sus empleados para alcanzar sus objetivos.

En resumen, el entorno laboral es más inclusivo, el trabajador está más capacitado y el capital humano, más valorado. El trabajador ya no se considera un “coste”, sino que las empresas lo ven como una inversión, lo que permite que ambos se desarrollen.

Por tanto, la Industria 5.0 complementa y amplía los rasgos característicos de la Industria 4.0. Aunque las máquinas inteligentes, el IoT y la IA pueden tener un profundo impacto en los procesos de fabricación, la tecnología por sí sola no puede garantizar que los operarios tengan experiencias racionalizadas.

En el centro de los avances de la Industria 5.0 está la aplicación de metodologías de experiencia de usuario (UX) para interfaces hombre-máquina (HMI), algo que se ha pasado por alto en gran medida en el énfasis de la Industria 4.0 en las tecnologías emergentes. En términos sencillos, la UX describe cómo interactúan los seres humanos con las herramientas tecnológicas diseñadas para facilitar su trabajo. En opinión de Leonardo Vieira, del Grupo Stefanini, la “revolución de la experiencia del usuario en la fabricación” es un reconocimiento de que las automatizaciones, las herramientas digitales y la robótica pueden haber transformado fundamentalmente la forma en que funcionan los entornos de fabricación, pero los operarios siguen siendo la interfaz definitiva entre las personas y la fábrica.

Esta revolución permitirá crear líneas de producción muy eficaces y flexibles. Estas líneas de producción podrán adaptarse rápidamente a los cambios en la demanda de productos y producir bienes a un ritmo mucho más rápido que los métodos de fabricación tradicionales.