Aumenta la inversión en el mercado de infraestructuras digitales

Infrastructure Investors
Capitalize on the
Digital Revolution

julio 28, 2024

En la última década se han destinado unos 800.000 millones de dólares a fondos privados para invertir en centros de datos e infraestructuras de telecomunicaciones, y los fondos especializados en infraestructuras digitales han acaparado una mayor proporción de los fondos asignados en los últimos años. Las iniciativas gubernamentales, junto con la digitalización de la economía mundial, han allanado el camino para el crecimiento del sector. Ahora, la IA apunta a la necesidad de expansión, según PitchBook.

La digitalización de la economía mundial ha exigido inversiones masivas, ha provocado un rápido crecimiento de la demanda y se ha traducido en sustanciosos rendimientos para los inversores desde la crisis financiera mundial. Estos rendimientos, junto con la previsión de las enormes necesidades informáticas de la IA, han coincidido con más dólares de inversores institucionales que buscan ganar exposición a la infraestructura digital y sus vientos favorables.

Los centros de datos compatibles con IA difieren de sus homólogos en que tienen unos requisitos de computación y almacenamiento mucho mayores y, por tanto, mayores necesidades de potencia y refrigeración. Entre las diferencias estructurales importantes, los centros de datos compatibles con IA suelen estar equipados con unidades de procesamiento gráfico (GPU), un tipo de hardware que ayuda a acelerar el procesamiento paralelo.

Algunos analistas señalan que la demanda total de centros de datos, definida por el consumo de energía, podría alcanzar los 35 gigavatios (GW) en 2030 sólo en el mercado estadounidense. Parte de esta cifra es atribuible a la IA. También se espera que el gasto mundial en IaaS relacionado con la IA generativa alcance los 15.300 millones de dólares en 2027, según datos de IDC.

Aunque la IA suele dominar la conversación, hay otros vientos en contra relacionados con la tecnología y el comportamiento de los consumidores que deberían respaldar los rendimientos de las infraestructuras digitales en el futuro. Por ejemplo, la creciente adopción de otras tecnologías, como aplicaciones IoT, sensores y actuadores, requerirá capacidad adicional de torres de telefonía móvil y centros de datos. La continuación del trabajo híbrido y a distancia tras la pandemia de COVID-19 y los estándares de videoconferencia que ha creado también tendrán efectos duraderos en la demanda de ambos tipos de infraestructura digital. Lo mismo ocurrirá con los elevados niveles de creación y consumo de contenidos generados por los usuarios en plataformas como TikTok y YouTube.

Por otra parte, además de las tecnologías y tendencias de las que ya somos conscientes, puede haber otros cambios tecnológicos imprevistos o menos probables que aumenten drásticamente la necesidad de infraestructuras de telecomunicaciones o centros de datos. Por ejemplo, aunque existen algunos obstáculos considerables para la implantación generalizada de las ciudades inteligentes o los vehículos autónomos, su impacto en la demanda de infraestructuras digitales sería sustancial.

Por esta razón, muchos inversores privados en infraestructuras siguen siendo optimistas respecto a la infraestructura digital, con motivos para creer que otros factores de rentabilidad superarán en general las presiones a la baja, como la necesidad de reducir el consumo de energía y agua en los centros de datos.

La sostenibilidad se ha convertido en una consideración importante para los asignadores y gestores de activos en los últimos años, presionando a los fondos de infraestructuras digitales para que reduzcan las ineficiencias e intenten resolver estos problemas. Sin embargo, incluso en ausencia de preferencias de inversión relacionadas con la sostenibilidad, la presión sobre los suministros de energía y agua sigue planteando riesgos financieros, de continuidad del servicio y normativos en varias regiones clave.